La ruta de la seda fue una de las rutas comerciales más importantes durante la Edad Media. Principalmente los comerciantes chinos eran los que transportaban por ella sedas, pieles, te y especias a cambio de oro, plata, piedras preciosas y lana. La ruta iba desde China hasta el este de Europa, cruzando por el sur de Asia y el Próximo Oriente.
Desde la ciudad china de Xian, pasaba por otras ciudades chinas como Lanzhou y Turphan, recorría algunas de las ciudades de Kazastan, al Norte de Afganistán, como Tashkent, Samarkanda y Bukhara, para llegar a Teheran, Tabriz y Ankara como antesala de su destino final, Constantinopla.
Pocos eran los que hacían la ruta de la seda completa. Los productos pasaban de un mercader a otro por segmentos y el comercio se hacía en cadena con enlaces de mercaderes en determinados puntos de la ruta. Era un camino peligroso donde había bandidos dispuestos a asaltar las caravanas en los lugares más inesperados.
La ruta de la seda fue también una importante ruta de intercambio de información y de ideas. El budismo viajó desde la India a China a través de la ruta de la seda. No fue solo una vía comercial, sino que también fue un camino de encuentro e intercambios de las civilizaciones de Oriente y Occidente. Muchos viajeros se aventuraban a hacer esta ruta no solo por el comercio, sino también por la aventura y el conocimiento y algunos la utilizaron como un medio excelente para expandir su poder, como los mongoles en el siglo XIII que la aprovecharon para crear el gran Imperio Mongol.
La Ruta de la Seda
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